La Dama Ruiseñor

Su vida dedicada al escenario, al canto y a la danza,
en los años de Vaudeville alcanza.

Hasta la noche, su garganta fue cortada,
Su cuerpo estalló, su cabeza fue golpeada.

Por su amada, borracha de ira,
Sin poder desvestirse, para entrar en la escenografía.
Su voz de felicidad y alegría,
Ahora se está desangrando sobre su argentería.

Años después, dice la epopeya,
Busca dos, para sobrellevar sus condena.
Un par de vagabundos, sobre sepultura,
Donde el fantasma ahora mora.

Atrae a la chica y le desgarra el cuello,
Luego le roba la voz, el plan es incompleto.
Su cuerpo sin vida en el suelo hallado,
Su amante no se encuentra por ningún lado.

Busca el desmayo,
pero sólo se despide con ello.
Por encima de su amor está ahora la visión,
de muerte vengativa sobre el anfitrión.

Envía al niño a la muerte,
Mientras lo veía respirar por última vez.
Y por encima de él, la rabia se mantiene,
Agarrando su corazón, que entre sus manos tiene.

Grita y llora en la noche,
Dando un susto a quien la oye.
La venganza y la rabia es lo que se ve,
De la Dama Ruiseñor del Vaudeville.